domingo, 28 de abril de 2013

Cuarzo citrino

"Somos como estrellas al abrigo de la noche... somos luz..."

Los domingos suelen ser días especiales. De descanso, de meditación, de regalarle al cuerpo un buen baño de aceites esenciales, o un merecido paseo energético por el bosque, un día para dejar volar la imaginación y crear...

"Alma paseaba por el bosque un domingo cualquiera, enfadada y nerviosa, por todos los cambios que intuía que iban a suceder con brevedad. Arrastraba sus manitas por las mojadas hojas de los recién vestidos olmos, la primavera había llegado al fin y aún seguía haciendo frío y lloviendo. Miró a los temblorosos árboles, y le parecieron frágiles y a la vez tiernos, así que se abrazó a uno de ellos... Al más pequeño y delgadito. El diminuto olmo, por un momento, vio a una joven de cabellos rojizos correr como una loca hacía él gritando y sonriendo con los brazos abiertos, y blandió sus finas ramitas con el fin de asustarla. Perdió con esto, cientos de hojas... y cuando se dio cuenta, Alma ya había pegado su delgado cuerpo a su tronco con dulzura. El árbol no se esperaba tal reacción... sonrió y le devolvió el abrazo con suavidad, estaba tan delgadita que le daba miedo espachurrarla... ¡Y hacía tanto que nadie le abrazaba!, que se emocionó un poco. Tras varios minutos de mágico silencio, Alma rompió a llorar y se arrodilló en el suelo. El diminuto olmo desenterró algunas de sus raíces y la rodeó respetando y acompañándola en su dolor.
Conmovidos por la escena, el resto de olmos del bosque, se acercaron y la arroparon entre sus ramas, susurrándole un canto que hipnotizó a la joven por completo. Respiró y se enjugó las lágrimas, y se sintió tan enraizada como todos aquellos extraños y a la vez familiares árboles que la rodeaban...
Escuchó una especie de graznido que inundó el cielo, y cuando alzó la vista vio un precioso ejemplar de águila real que batía las alas para posarse en las finas ramas del dimunto olmo, sin romperlas... Unos penetrantes ojos amarillos la miraban imponentes. Era realmente hermosa y nunca había tenido una tan cerca. De su curvado pico, el águila soltó una piedra... que rodó hasta los pies de Alma.
La recogió y la cogió entre su manos, era una piedra de un color amarillo dorado suave. Un cuarzo citrino... Para el cambio..."


Os cuento cosas sobre esta preciosa piedra... Hemos realizado con ella un collar de nudo de monja, color cobre, para resaltar el precioso amarillo del citrino.

La vibración de el cuarzo citrino estimula la energía positiva de confianza, esperanza y prosperidad, aportando alegría y optimismo. Es condiderado depositario de la fuerza solar. Sería bueno llevar citrinos para mantener las ideas o pensamientos con claridad, especialmente en etapas de confusión, estrés, cambios, o cuando se necesite tener claridad mental para decidir objetivamente, ya que su influencia aporta lucidez. Su vibración mejora y aumenta la vitalidad del cuerpo físico y mental...

También os ayudará con los problemas digestivos (incluso cuando vuestra Alma no quiera digerir las circunstancias del entorno), con el tercer chakra...

Como curiosidad... si vuestro citrino va perdiendo vitalidad o color, es conveniente dejarlo "descansar" durante unas horas sumerjido en un baño de vino blanco de buena calidad (ponerlo en un recipiente transparente).

Pedidos, información y contacto: lascosasdelalmazen@gmail.com

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