"Con la mirada fija en unos azulejos azules... para ver si le devuelven un poquito del cielo donde vino"
Sanar las emociones es una tarea a la que no siempre le prestamos demasiada atención. Las cosas nos afectan, de eso no hay duda... Considero que dejamos que nos afecten en mayor o menor medida, dependiendo del asunto en cuestión, a veces nos tocan el corazoncito y ponemos todo nuestro esfuerzo en abrigarlo con capas y armaduras que se oxidan con el tiempo... pero la herida sigue ahí, recordándonos a cada poco que duele.
Hay un montón de rocas andantes que lloran sus heridas por dentro, sin exteriorizar la más mínima pena ni sentimiento hacia los demás, y no es que sean insensibles como quieren dar a entender... es que no saben cómo hacerlo ni cómo expresarlo.
"Alma empezó hace años a escribir para desahogarse. No es que sea precisamente una persona asertiva. De hecho la comunicación no es, ni de lejos, su punto fuerte. Pero ahí está ella, haciendo el esfuerzo de sanar su maltrecho corazón. La escritura siempre ha sido un lacrimal desde el que soltar emociones, se le dan mejor las letras que las palabras...
Cuando Alma siente que se le estruja el corazón por algo... se da largos paseos por el bosque, abrazando a cada árbol, tocando y sintiendo la energía de cada planta, dejándose envolver y mimar por la madre Tierra en su abrazo. Y sintiendo, como la desazón y la ansiedad desaparecen por completo.
Está convencida de que sus órganos hablan y le comunican a veces el descontrol interno que lleva. El corazón se le encoge y le da largas y angustiosas patada en forma de taquicardia. El estómago ruge cuando algo no le llena por completo, cuando no está a gusto, y no digiere los alimentos a la vez que ella no digiere la forma de vida del entorno. Si no está enraizada a la tierra, bien enraizada, parece que va fuera del cuerpo, ella por un lado, el cuerpo por otro, como si no estuvieran en unidad. Suspira mucho, dice la medicina china que así libera la energía bloqueada del hígado, lleno de rabia contenida en su adolescencia. Nunca ha entendido demasiado el mundo, ni qué papel ha venido a desempeñar en él...
Aunque todo esto, ya lo va calibrando mejor Alma, como va aprendiendo a manejar su cuerpo, a hablar con sus células y a devolverse una sabiduría ancestral que va descubriendo a medida que pasa el tiempo.
La decoración de su casa, son en su mayoría piedras energéticas. Está convencida de su ayuda y propiedades, y disfruta enormemente de su compañia, de llevarlas puestas, de la vibración que tienen... asi que hoy, como el corazón se le encoge... y seguro que es por qué quiere un mimo o llamar su atención, sonríe mientras riega las plantas del salón, y se pone una turmalina rosa al cuello... lo que hace que su corazón de un pequeño brinco, un saltito, como el que da un niño en un charco por primera vez, o como el sonido del mar cuando recupera la calma."
Os la presento, esta preciosa piedra es una turmalina rosa, también llamada rubelita.
Cómo véis, la hemos engarzado con un alambre de color oro envejecido y un precioso cordón azul tejido en cola de ratón. No sé si sabéis que el color azul, es un color relajante y trae paz. Ayuda a controlar la mente y a tener claridad de ideas, así como a desarrollar la creatividad. También está relacionado con el chakra e la garganta, la comunicación... Para no irme por las ramas, y dejarme llevar por la emoción sigo contandoos acerca de la rubelita. Es una piedra especial para los asuntos del corazón, pues algunas de sus propiedades son el altruismo, el amor a la vida y a uno mismo, también fomenta la capacidad de decisión, de calma y de paz (incluyendo a un nivel más fisico el ritmo cardíaco).
Es una piedra muy apropiada para casos de tristeza, melancolía, añoranza, desengaño, posibles frustraciones sentimentales, depresión, etc. Lo que os contaba al principio, ayuda a sanar las emociones y a hablar con el corazón, para aliviarle sufrimiento a este potente y musculado órgano, que no está preparado para "aguantar todo lo que le echen". ¡Se ven por ahí corazones llenos de parches y de remiendos! Y tú... ¿Quieres escuchar al tuyo?
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